miércoles, 27 de julio de 2011

llovia.



Llovía, hacia mucho frío, pero las ganas de salir y despejar sus ideas eran más, sin pensar, tomo su abrigo y salió…
Al cruzar la puerta de su edificio y sin decir nada al conserje, se hallo con una calle muy mojada… la lluvia era fuerte, el viento que corría calaba los huesos, camino sin rumbo.
Atardecía en Santiago, toda la gente apurada chocaba con otra, los paraguas era lo único que se veía al levantar la mirada, los vehículos hacían salpicar agua y mojaban a quien se paraba en las esquinas; Liliana se sumergía en los rostro de cada persona que pasaba a su lado, ¿qué buscaba?, esto siempre se lo preguntaba, pero cada día volvió a su departamento sin poderlo hallar, pero ese día fue especial, camino más de lo normal, cuando se dio cuenta estaba en Parque Almagro, era tal su descuido, el no percatarse por donde iba, sus pensamientos la llevaban a un mundo imaginario, un mundo donde solo existía ella y su placer, ella y su felicidad: pero ¿cuál felicidad?, será esa felicidad que te llena y te hace crecer, será esa felicidad que te complace y te aleja del dolor, será esa felicidad que se mescla con lujuria y pasión carnal, que te dura lo que dura un buen “polvo”, Liliana no lograba entender. Camino por entre los árboles, cuando ya el frío y el agua lograron pasar su abrigo, Liliana se desconecto de sus pensamientos, miro hacia todos lados, _que es triste Santiago en invierno, pero más triste me veo yo, caminando sola por el parque bajo la lluvia_ volvió a mirar para todos lados, levanto el cuello de su abrigo y camino de vuelta a casa.